sábado, 17 de octubre de 2015

MALTRATADORES POR "DERECHO": De Victimarios a Víctimas

Para abordar este tema comenzaré haciendo referencia a la conceptualización sobre Violencia en la Pareja tan brillantemente expuesta por Janine Puget e Isidoro Berenstein, quienes la definen como "Un acto vincular cuyo objetivo es el deseo de matar, eliminar física o psíquicamente a otro sujeto, o matar el deseo en el otro, lo humano en el otro, transformándolo en un no sujeto al privarlo de todo posible instrumento de placer y por ende de existencia.
Solo impera el deseo de uno que se transforma en Soberano..."

Consideremos a la Víctima de violencia, como aquella persona que experimenta una agresión física o psíquica, que afecta su cuerpo y mente, vulnerando sus derechos y su vida cotidiana.
Contrariamente, el Victimario es aquel que ejerce por medios violentos una agresión, y somete en diferentes grados, vulnerando emocionalmente y físicamente a otro ser, llegando incluso a causarle la muerte.

Y es que a través de los estereotipos de género, construcciones históricas, sociales y culturales, se sustentan relaciones de poder en la que uno de los miembros se constituye en el Soberano.

Así se producen y reproducen situaciones de discriminación y subordinación basadas en premisas que promueven la creencia de que las designaciones que se han construido socialmente en cuanto al poder, libertad, derechos, soberanía, son biológicos, naturales y por tanto inmodificables.

Así, los hombres responden a una serie de valores aprendidos, instituidos, que determinan ciertos comportamientos que consideran " normales" y socialmente legítimos. 
Se sienten habilitados para denigrar y maltratar llegando a creer realmente que son ellos víctimas de la situación y que están siendo humillados si la mujer no acata sus deseos de poder y control.
De esta manera se victimizan y responden en consecuencia.

No consideran que sus demandas sean ilegítimas ni contemplan que no tienen derechos a limitar la libertad de su compañera.
Así, creen tener todo el derecho a imponer a su pareja la forma de vestir, de hablar, de comportarse, de actuar, de interaccionar.

Estos varones sienten que se les falta el respeto si la mujer no se somete a las reglas impuestas, las que además, tienen un apoyo social que es el caldo de cultivo para que siga ocurriendo ya que la misma sociedad los legitima a partir de una ancestral ideología sustentada históricamente en la familia, en las instituciones y en la " justicia" que supuestamente protege los derechos humanos...

Estos varones sienten que se atenta contra su propia identidad la cual está fuertemente asociada a tener el poder sobre el "sexo débil".
La violencia contra la Mujer, si de maltrato psicológico se trata, se avala en forma creciente culpabilizándolas, responsabilizándolas y revictimizándolas.

Cuando el hombre, que sustenta su identidad en este poder es reclamado a actuar diferente, recurre a distintos mecanismos para neutralizar la demanda femenina y así "afirmar sus derechos".
"No me presiones", "nunca te conformas", "quiero vivir en paz", "ya veremos", "ya hablaremos", " de eso no quiero hablar"," me maltratas", "estoy ocupado" e innumerables argumentos como el mal humor, la ira, el silencio( la ley del hielo) y hasta amenazas autolesivas, entre otros argumentos obtenidos de una amplia casuística.

 Son múltiples las estrategias de chantaje emocional utilizadas para "defender" sus derechos, esos que por supuesto, la mujer no tiene.

Es nuestra tarea seguir exigiendo a las instituciones políticas y sociales que tomen cartas en el asunto.
A las familias y a quienes son responsables de la educación, procurar concientizar en la equidad y en la igualdad de derechos.
A las mujeres que asuman sus derechos no naturalizando el maltrato.
A los hombres que asuman la responsabilidad que les compete y reflexionen, contribuyendo al logro de una sociedad mas justa y mas sana.

Adri Gorostordoy ( Octubre de 2015)

viernes, 31 de julio de 2015

ANCIANIDAD MALTRATADA: Sabiduría y Experiencia malograda



La vejez debería ser una suave y fresca llanura donde reposar plácidamente de las asperezas e inclemencias de la vida.

Debiera ser una etapa en la que disfrutar  los frutos de la siembra de amor, cuidados y sacrificios ofrecidos.

Pero...lamentablemente, no siempre es así.
Tanta experiencia de vida, sabiduría y entrega parecen ya no tener valor cuando "los viejos" empiezan a estorbar, ya no son tan rápidos, ya no son tan útiles, ya no sirven...
En una cultura en la que se rinde culto a la juventud, a la belleza, a la rapidez, a la "eficiencia", no queda lugar para ellos.

Sutil y progresivamente comienza el maltrato del que muchos de nuestros "viejos" sufre  por parte de quienes deberían cuidarlos, protegerlos, mimarlos, y tolerarlos.

Lo mas doloroso es que la agresión provenga de sus propios hijos y nietos en quienes confía, en quienes intenta apoyarse.

La violencia de la que son objeto no siempre es física, también es psicológica: maltrato verbal, indiferencia, descuido, intolerancia,abandono. 
Suelen ser tratados como objetos que no poseen necesidades, no tienen frío, no tienen deseos, no tienen derechos ni siquiera de disponer de sus bienes.

La violencia contra los ancianos es un fenómeno casi invisible, hasta que algún caso extremo aparece en la tele.
 No pueden expresarse porque son rechazados o  agredidos si lo hacen y son incapaces de denunciar este hecho ya que tienden a proteger a sus hijos a los que a su vez temen.

Al miedo y a la tristeza por tanto sufrimiento y desesperanza se le suma la limitación en sus movimientos quizás la dificultad para desplazarse, la visión limitada, el paso lento, los recuerdos borrosos y confusos,  el cansancio por la vida y claro...las ganas de morir.

Lamentablemente no hay leyes que los protejan y se usa la ley de Violencia Intrafamiliar.
Si bien no es posible hacer cambios profundos, es necesario que la sociedad se sensibilice: escuche, apoye, acompañe y no mire para otro lado cuando se percata de que esto sucede.

Es esperable que todos lleguemos a esa edad, que transitemos la misma etapa y es deseable que sea sin dolor, sin tristeza, con una buena calidad de vida que permita una buena salud física y mental.

Adriana Gorostordoy. Julio de 2015.

viernes, 8 de mayo de 2015

MANIPULADORES COTIDIANOS: Agresivos encubiertos y no tanto

En el transcurrir de la vida cotidiana nos topamos a diario con individuos en las que predomina una modalidad de conducta basada en la Manipulación, ejercida especialmente sobre personas significativas de su entorno socio-cultural y laboral.

Suelen ser agresivos encubiertos y en su gran mayoría tienen Personalidades Psicopáticas.
Entendemos a la Psicopatía como un trastorno de la personalidad, una forma de Ser Anormal.
 No constituye una enfermedad clínica, no es una enfermedad mental.

Estas personas pueden llevar aparentemente una vida normal en todos los ámbitos, poseen características deseables y atractivas como la seducción, la simpatía, el liderazgo pero constituyen una amenaza para la salud física y emocional.

Su objetivo es mantener el control y dominar en forma encubierta.
El propósito que persiguen es tener el poder sobre los demás, generando culpa y no haciéndose responsable de sus acciones, para lo cual utilizan un sin-número de estrategias.

La auto-victimización suele ser una táctica frecuente con la que logran convencer, dando pena y logrando que su víctima se conmueva y se someta a su voluntad.

La mentira y la negación de los hechos es otra estrategia con la que hábilmente logran convencer o al menos otorgar el beneficio de la duda.
Utilizan un lenguaje vago o indirecto cuando se los confronta, aparentando inocencia, son muy hábiles en mentir por omisión.

Critican, desvalorizan y juzgan a los demás pero no aceptan críticas u objeciones a su accionar para lo cual invocan razones aparentemente lógicas.

No tienen en cuenta los derechos, necesidades y deseos de los demás, no aceptan demandas, cambiando radicalmente de tema en el transcurso de una conversación que le resulte inconveniente.
No escuchan, no hablan de "eso".

Se justifican falseando los hechos y culpabilizando a los otros.
Hacen actuar a los demás, induciendo a hacer cosas que nadie haría por voluntad propia.
De esta manera generan sentimientos de culpa, aprovechándose de la vulnerabilidad de su pareja sobre quienes ejercen maltrato psicológico.

El Maltrato Psicológico se manifiesta como un largo proceso en donde la víctima naturaliza la violencia sobre ella ejercida,  no  dándose  cuenta como el agresor vulnera sus derechos, como le falta el respeto, la humilla, perdiendo poco a poco la autoestima y la seguridad en sí misma.

Seducen imitando y fingiendo sentimientos, alaban y se muestran encantadores, aparentando ser atentos y bondadosos mientras hacen sentir inadecuadas o indignas a sus intimidadas parejas.

Aíslan a su víctima de su entorno familiar y social, intentando convencer que nadie podrá quererlas como él (o ella).
Devalúan a su pareja proyectando su propia hostilidad sobre ella, generando en no pocas ocasiones miedo, ansiedad, bloqueos y somatizaciones.

Aunque su discurso parece lógico, sus actitudes responden a lo opuesto.
Se caracterizan por una gran incongruencia en la conducta, sus palabras no concuerdan con sus actos, suelen realizar promesas que nunca cumplirán y manifestar sentimientos que en realidad no sienten.

Desde el principio de la relación muestran un exagerado sentido de posesión, generando malestar y desconcierto.
Estas personas tienen una habilidad muy desarrollada para ocultarse detrás de una máscara aparentando ser quienes no son ni serán, no les interesa ni desean aprender a ser diferentes.

Es muy importante no confundir un comportamiento manipulador ocasional o pasajero, de una Personalidad Manipuladora.

Debemos alejarnos en el momento de advertir los primeros indicios de maltrato de un manipulador.
Es muy fácil caer en la telaraña de ellos.

Adri Gorostordoy  ( Mayo de 2015)







domingo, 22 de febrero de 2015

LA DECEPCIÓN: DOLOR Y APRENDIZAJE

La Decepción...esa tremenda sensación que nos hace sentir vacíos, carentes de valor, despreciados, humillados y nos sucumbe en una inmensa tristeza.
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     Llamamos decepción a una desagradable sensación que surge cuando no hay  correspondencia a las expectativas que generamos sobre otras personas y lo más doloroso es que éstas, seguramente las forjamos en aquellos seres que más amamos, valoramos y/ o idealizamos.

No se puede vivir sin deseos, porque los deseos están cargados de ilusiones y promesas y como decía Spinoza en su Ética: "El deseo es la esencia misma del hombre".
 Desear implica cierto estado de carencia y el anhelo de alcanzarlo, pero cuando nuestros deseos dependen de otros, puede suceder que no se corresponda con la realidad.

La realidad es ni más ni menos que la verdad de cada uno, el propio deseo, la aspiración propia, el sueño por realizar, el objetivo hacia donde se desea llegar.

 Esto nos lleva a tratar de entender que cada uno tiene libertad para elegir y tal vez debamos reconocer que lo que los otros hagan no es necesariamente para contrariarnos, simplemente cada uno hace lo que puede, de acuerdo con su realidad, sus propios deseos, no siempre compatibles con los nuestros, sus límites y su propia libertad.

Las desilusiones duelen porque desarman nuestros sueños, aunque nos pueden proporcionar un gran aprendizaje.

Duele sí, pero cada decepción puede generar nuevas ilusiones y renovados recursos, más realistas y equilibrados.

Aprender a renunciar es un doloroso trabajo pero también implica la posibilidad de nuevas opciones.

Las heridas emocionales no deberían ser un impedimento para alcanzar nuestros sueños, ya que quedarnos en lo que no fue ni será, implica un desgaste emocional enorme y una pérdida del equilibrio psico-físico que nos desencadena además, síntomas difíciles de superar.

Insistir y obsesionarse en un imposible nos lleva necesariamente a enfermar.

Y es que muchas veces nos equivocamos y nos apegamos a ciertas personas que no sumaran nada a nuestra vida, sino que, por el contrario nos harán  daño.
No pocas veces la palabra y la opinión de los demás logran mas fuerza que la propia, dándole un valor y un poder inmerecido, estimando el valor ajeno por sobre el propio, llegando a generar falsas creencias sobre nuestros propios méritos y capacidades.

La capacidad de darnos nuestro propio valor es intrínseca de cada ser humano y se llama Dignidad.

Y así podemos transcurrir de decepción en decepción si no logramos comprender que quizás, esas personas  no son merecedoras de tal estima, sino, del propio deseo puesto en la figura de otro.

El "te lo dije" más doloroso es el que nos decimos a nosotros mismos.

Si no logramos capitalizar la experiencia dolorosa para enriquecernos, para crecer, caeremos inevitablemente en la  desesperanza, la auto-decepción,la pérdida de la autoestima y de nuestro equilibrio físico y emocional.
Comenzar un proceso de desapego conlleva enfrentarse a un duelo (que "duele") pero es el único recurso viable para reconstruir la esperanza perdida y lograr la anhelada paz, buscando dentro nuestro el valor perdido que el "vacío" nos dejó.

Adri Gorostordoy.( Re-editado mayo 2015)

sábado, 7 de febrero de 2015

DEPENDENCIA EMOCIONAL: UNA FORMA DE ADICCIÓN

La dependencia emocional es una adicción hacia otra persona y como tal, genera una necesidad que puede llevar a renunciar a la propia libertad y lo que es peor, a la identidad, puesto que la adicción por otra persona lleva a dejar de ser uno mismo por ser como se supone que al otro le gustaría.
La propia vida, gustos, deseos, intereses personales, y hasta la propia imagen gira en torno a agradar a esa persona.
En aras de ese deseo muchas personas pierden hasta su propia dignidad ya que entregan el poder absoluto a su pareja en su pretensión de gratificarla y lograr el amor y la valoración que obviamente no se tienen a si mismas.
Cómo alguien, cómo la pareja podría otorgar el valor que ya por naturaleza a cada persona le es dado?
Claro está que la falta de amor propio no puede enamorar a nadie, aunque si facilita la apropiación del otro para sostener el poder. 
Que poder? 
El que las personas adictas emocionales ofrecen a sus parejas de adueñarse de sus vidas a cambio de cierta falsa felicidad que finalmente lleva a derramar muchas lágrimas.
Suelen ser relaciones con rupturas reiteradas y con hondo dramatismo, abandonos mutuos y reconciliaciones prometedoras de cambios que seguramente nunca sucederán.
En ocasiones la persona dependiente comienza idealizando a su pareja y menospreciándose a si misma con la falsa idea de que quién podría quererla o desearla tanto como él y es que el valor propio está puesto en el valor que el otro le dé.
Hasta que llega el momento en que a la persona dependiente ya no le gusta en realidad como es el otro y como es tratada pero queda sumergida en una constante lucha de la que es muy difícil salir.
Queda atrapada en el temor al fracaso y en una penosa obstinación por continuar intentándolo, aun sabiendo que así no se puede seguir, vuelven a intentarlo.
En ocasiones estas relaciones están signadas por el maltrato físico o emocional y claro está, por el auto-maltrato y auto-desvalorización.
Romper con una relación es muy doloroso al reconocer que las propias ilusiones y proyectos no se han logrado.
 Puede resultar injusto pensar que se invirtió tanto para nada. 
Es preciso enfrentarse con el dolor, la angustia y la confusión que genera la ruptura para dar lugar a la posterior sensación de soledad, tristeza, rencor y hasta culpa por no haberlo logrado.
Es fundamental tomar conciencia de la realidad y aceptar que no funciona, que aporta más dolor que gratificación.
Si se logra analizar la trayectoria de la relación y constatar cuanto se ganó y cuanto se perdió, tal vez se logre afrontar la situación.
Es preciso contar con ayuda profesional y con la contención de amigos y familiares  que posibiliten una evaluación objetiva que contribuya a enfrentar el desenlace.
La persona dependiente emocional, repetirá este patrón de conducta en futuras relaciones si no recibe ayuda psicológica y la contención de su entorno.

Es preciso aprender a encontrarse en soledad con uno mismo y resolver las causas que llevan a establecer este tipo de relaciones tan tormentosas.
Darse tiempo a la reflexión y al encuentro con uno mismo ayuda a reconectar con la propia esencia, con el propio ser.

Para pensar un poco sobre esto, les dejo un precioso fragmento de Mario Benedetti.
Chau número tres.

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol y tus amaneceres
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles 
segura sin seguro 
Te dejo frente al mar descifrándote sola 
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
Te dejo sin mis dudas 
pobres y mal heridas
sin mis inmadureces 
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas 
a pie juntillas todo
no creas,nunca creas
este falso abandono
Estaré donde menos lo esperes...
Estaré en un lejano horizonte sin horas
en la huella del tacto en tu sombra y mi sombra...


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Adri Gorostordoy. (Febrero de 2015)

sábado, 24 de enero de 2015

LA SOLEDAD Y EL ENCUENTRO CON UNO MISMO




El sentimiento de soledad, aunque sea circunstancial o pasajero, genera angustia y un malestar profundo que lleva no pocas veces al aislamiento, a la pérdida de la autoestima, a la desesperanza y a la sensación de desamparo.
El gran escritor Mario Benedetti, en su bello poema: "Rostro de vos", lo expresó así:
 "Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión, por colores, tamaños y promesas, por época, por tacto y por sabor...".
¡Cuanta elocuencia para expresar su sentimiento!

Ya sea que una persona esté o no acompañada, la soledad se percibe como una sensación de vacío que inunda todo el ser.
Si sucede a partir de una pérdida o abandono, es necesario transitar  el dolor , aceptar todas las emociones que se desencadenan, asumiendo la tristeza, culpa, rabia, angustia, para poder superarlas y transfomarlas y dejarse transformar por ellas.
Cada uno debería poder tomar contacto con ese vacío para no tener que buscar afuera como llenarlo.
Poder llevarse bien con la soledad implica adentrarse en la propia intimidad y explorarla, conocerla y comprenderse.
El temor invade de tal manera que impide tomar contacto con los propios conflictos  y vivencias internas.
 Cuando no se tienen resueltos estos aspectos con uno mismo, se generan  luego en las interacciones con otros, llevando los conflictos personales a la relación de pareja a quien se exige implícitamente que "rellene ese hueco".

 Frente a la dificultad de enfrentarse con sigo mismo, algunas personas buscan con gran anhelo formar una pareja que los "complete".
 Este intento, a partir de la necesidad y la carencia afectiva, genera inseguridad, dependencia y un menoscabo en la confianza de las propias capacidades y logros.

  En esta frenética búsqueda se pretende que un compañero cumpla un rol, que por déficit o por ausencia, quizá alguien dejó incumplido, en la fantasía o en la realidad de su propia historia.
De esta forma se forja el deseo de cumplir expectativas personales que nada tienen que ver con formar una pareja.

En soledad, el encuentro con uno mismo posibilita  el auto-conocimiento, la re-afirmación de la identidad, la imaginación y la creatividad.
Paradójicamente, quien se encuentra y se conoce a si mismo, además de reafirmar sus propios valores, desarrolla  la habilidad para establecer lazos fuertes y maduros, mas genuinos y realistas.

La soledad debería vivirse como una experiencia positiva, íntima y enriquecedora que  permita compenetrarse con el propio mundo interno para  revalorizarse y  redescubrirse.

 De esta manera es posible ir valorando logros, aptitudes, virtudes, deseos, a fin de comprenderse y aceptarse  con todas las potencialidades y con todas las  carencias, las falencias propias y también los   aciertos.


Poder disfrutar de la intimidad  con uno mismo, debería ser una proceso que nos permita evaluar qué pudimos aprender de nuestras experiencias, entendiendo  que es necesario atravesar el dolor para  realizar nuevos descubrimientos en aras de encontrar la anhelada paz, armonía y serenidad, tan necesarias para disfrutar de un encuentro con sigo mismo y también de una sana  compañía .

Adri Gorostordoy. (Enero de 2015).