Para abordar este tema comenzaré haciendo referencia a la conceptualización sobre Violencia en la Pareja tan brillantemente expuesta por Janine Puget e Isidoro Berenstein, quienes la definen como "Un acto vincular cuyo objetivo es el deseo de matar, eliminar física o psíquicamente a otro sujeto, o matar el deseo en el otro, lo humano en el otro, transformándolo en un no sujeto al privarlo de todo posible instrumento de placer y por ende de existencia.
Solo impera el deseo de uno que se transforma en Soberano..."
Consideremos a la Víctima de violencia, como aquella persona que experimenta una agresión física o psíquica, que afecta su cuerpo y mente, vulnerando sus derechos y su vida cotidiana.
Contrariamente, el Victimario es aquel que ejerce por medios violentos una agresión, y somete en diferentes grados, vulnerando emocionalmente y físicamente a otro ser, llegando incluso a causarle la muerte.
Y es que a través de los estereotipos de género, construcciones históricas, sociales y culturales, se sustentan relaciones de poder en la que uno de los miembros se constituye en el Soberano.
Así se producen y reproducen situaciones de discriminación y subordinación basadas en premisas que promueven la creencia de que las designaciones que se han construido socialmente en cuanto al poder, libertad, derechos, soberanía, son biológicos, naturales y por tanto inmodificables.
Así, los hombres responden a una serie de valores aprendidos, instituidos, que determinan ciertos comportamientos que consideran " normales" y socialmente legítimos.
Se sienten habilitados para denigrar y maltratar llegando a creer realmente que son ellos víctimas de la situación y que están siendo humillados si la mujer no acata sus deseos de poder y control.
De esta manera se victimizan y responden en consecuencia.
No consideran que sus demandas sean ilegítimas ni contemplan que no tienen derechos a limitar la libertad de su compañera.
Así, creen tener todo el derecho a imponer a su pareja la forma de vestir, de hablar, de comportarse, de actuar, de interaccionar.
Estos varones sienten que se les falta el respeto si la mujer no se somete a las reglas impuestas, las que además, tienen un apoyo social que es el caldo de cultivo para que siga ocurriendo ya que la misma sociedad los legitima a partir de una ancestral ideología sustentada históricamente en la familia, en las instituciones y en la " justicia" que supuestamente protege los derechos humanos...
Estos varones sienten que se atenta contra su propia identidad la cual está fuertemente asociada a tener el poder sobre el "sexo débil".
La violencia contra la Mujer, si de maltrato psicológico se trata, se avala en forma creciente culpabilizándolas, responsabilizándolas y revictimizándolas.
Cuando el hombre, que sustenta su identidad en este poder es reclamado a actuar diferente, recurre a distintos mecanismos para neutralizar la demanda femenina y así "afirmar sus derechos".
"No me presiones", "nunca te conformas", "quiero vivir en paz", "ya veremos", "ya hablaremos", " de eso no quiero hablar"," me maltratas", "estoy ocupado" e innumerables argumentos como el mal humor, la ira, el silencio( la ley del hielo) y hasta amenazas autolesivas, entre otros argumentos obtenidos de una amplia casuística.
Son múltiples las estrategias de chantaje emocional utilizadas para "defender" sus derechos, esos que por supuesto, la mujer no tiene.
Es nuestra tarea seguir exigiendo a las instituciones políticas y sociales que tomen cartas en el asunto.
A las familias y a quienes son responsables de la educación, procurar concientizar en la equidad y en la igualdad de derechos.
A las mujeres que asuman sus derechos no naturalizando el maltrato.
A los hombres que asuman la responsabilidad que les compete y reflexionen, contribuyendo al logro de una sociedad mas justa y mas sana.
Adri Gorostordoy ( Octubre de 2015)
Así, creen tener todo el derecho a imponer a su pareja la forma de vestir, de hablar, de comportarse, de actuar, de interaccionar.
Estos varones sienten que se les falta el respeto si la mujer no se somete a las reglas impuestas, las que además, tienen un apoyo social que es el caldo de cultivo para que siga ocurriendo ya que la misma sociedad los legitima a partir de una ancestral ideología sustentada históricamente en la familia, en las instituciones y en la " justicia" que supuestamente protege los derechos humanos...
Estos varones sienten que se atenta contra su propia identidad la cual está fuertemente asociada a tener el poder sobre el "sexo débil".
La violencia contra la Mujer, si de maltrato psicológico se trata, se avala en forma creciente culpabilizándolas, responsabilizándolas y revictimizándolas.
Cuando el hombre, que sustenta su identidad en este poder es reclamado a actuar diferente, recurre a distintos mecanismos para neutralizar la demanda femenina y así "afirmar sus derechos".
"No me presiones", "nunca te conformas", "quiero vivir en paz", "ya veremos", "ya hablaremos", " de eso no quiero hablar"," me maltratas", "estoy ocupado" e innumerables argumentos como el mal humor, la ira, el silencio( la ley del hielo) y hasta amenazas autolesivas, entre otros argumentos obtenidos de una amplia casuística.
Son múltiples las estrategias de chantaje emocional utilizadas para "defender" sus derechos, esos que por supuesto, la mujer no tiene.
Es nuestra tarea seguir exigiendo a las instituciones políticas y sociales que tomen cartas en el asunto.
A las familias y a quienes son responsables de la educación, procurar concientizar en la equidad y en la igualdad de derechos.
A las mujeres que asuman sus derechos no naturalizando el maltrato.
A los hombres que asuman la responsabilidad que les compete y reflexionen, contribuyendo al logro de una sociedad mas justa y mas sana.
Adri Gorostordoy ( Octubre de 2015)