sábado, 24 de enero de 2015

LA SOLEDAD Y EL ENCUENTRO CON UNO MISMO




El sentimiento de soledad, aunque sea circunstancial o pasajero, genera angustia y un malestar profundo que lleva no pocas veces al aislamiento, a la pérdida de la autoestima, a la desesperanza y a la sensación de desamparo.
El gran escritor Mario Benedetti, en su bello poema: "Rostro de vos", lo expresó así:
 "Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión, por colores, tamaños y promesas, por época, por tacto y por sabor...".
¡Cuanta elocuencia para expresar su sentimiento!

Ya sea que una persona esté o no acompañada, la soledad se percibe como una sensación de vacío que inunda todo el ser.
Si sucede a partir de una pérdida o abandono, es necesario transitar  el dolor , aceptar todas las emociones que se desencadenan, asumiendo la tristeza, culpa, rabia, angustia, para poder superarlas y transfomarlas y dejarse transformar por ellas.
Cada uno debería poder tomar contacto con ese vacío para no tener que buscar afuera como llenarlo.
Poder llevarse bien con la soledad implica adentrarse en la propia intimidad y explorarla, conocerla y comprenderse.
El temor invade de tal manera que impide tomar contacto con los propios conflictos  y vivencias internas.
 Cuando no se tienen resueltos estos aspectos con uno mismo, se generan  luego en las interacciones con otros, llevando los conflictos personales a la relación de pareja a quien se exige implícitamente que "rellene ese hueco".

 Frente a la dificultad de enfrentarse con sigo mismo, algunas personas buscan con gran anhelo formar una pareja que los "complete".
 Este intento, a partir de la necesidad y la carencia afectiva, genera inseguridad, dependencia y un menoscabo en la confianza de las propias capacidades y logros.

  En esta frenética búsqueda se pretende que un compañero cumpla un rol, que por déficit o por ausencia, quizá alguien dejó incumplido, en la fantasía o en la realidad de su propia historia.
De esta forma se forja el deseo de cumplir expectativas personales que nada tienen que ver con formar una pareja.

En soledad, el encuentro con uno mismo posibilita  el auto-conocimiento, la re-afirmación de la identidad, la imaginación y la creatividad.
Paradójicamente, quien se encuentra y se conoce a si mismo, además de reafirmar sus propios valores, desarrolla  la habilidad para establecer lazos fuertes y maduros, mas genuinos y realistas.

La soledad debería vivirse como una experiencia positiva, íntima y enriquecedora que  permita compenetrarse con el propio mundo interno para  revalorizarse y  redescubrirse.

 De esta manera es posible ir valorando logros, aptitudes, virtudes, deseos, a fin de comprenderse y aceptarse  con todas las potencialidades y con todas las  carencias, las falencias propias y también los   aciertos.


Poder disfrutar de la intimidad  con uno mismo, debería ser una proceso que nos permita evaluar qué pudimos aprender de nuestras experiencias, entendiendo  que es necesario atravesar el dolor para  realizar nuevos descubrimientos en aras de encontrar la anhelada paz, armonía y serenidad, tan necesarias para disfrutar de un encuentro con sigo mismo y también de una sana  compañía .

Adri Gorostordoy. (Enero de 2015).