sábado, 25 de junio de 2016

LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO COMO GENERADORES DE VIOLENCIA EN LA FAMILIA.

La violencia familiar ha sido definida como toda forma de abuso que se da dentro del contexto de las relaciones familiares.
Y es que la familia no siempre es un lugar de crecimiento que propicia la formación de seres humanos sanos, sino que suele ser el ámbito en donde surgen las  situaciones de violencia que servirán como modelo de conducta y de comunicación determinando vínculos francamente patológicos.
Pareciera que las problemáticas interpersonales dentro del seno familiar solo pudieran resolverse mediante conductas violentas

Se observa cada vez con mayor frecuencia que la comunicación, entre los miembros de la pareja y en la familia, se caracterizan por la intolerancia y la violencia.

Cuando se suscita un conflicto, se destaca el predominio del autoritarismo, en el que la distribución del poder sigue los parámetros dictados por estereotipos históricos y culturales.

Los varones que ejercen violencia contra su familia, suelen haber sufrido maltratos en su hogar y/ o haber presenciado el ejercicio de la violencia entre sus progenitores.

Así mismo, las mujeres maltratadas refieren historias de violencia en su infancia y se evidencia estereotipos y ejercicio de roles femeninos y masculinos sumamente rígidos, caracterizados por un padre autoritario y una madre sumisa.

Los varones suelen adoptar conductas compensatorias agresivas frente situaciones vividas en la infancia en forma pasiva, es decir pasando del rol de víctima al de victimario, ya que ésta sería la única forma de asumir el poder y ejercerlo sobre los miembros de su propia familia.

Las mujeres incorporan actitudes de pasividad y sumisión, ubicándose naturalmente en víctimas de maltrato, asumiendo sentimientos de culpa e indefensión, negando o minimizando muchas veces la situación como mecanismo de defensa. 

Los intentos de la mujer de detener las escaladas de la violencia suelen engendrar impotencia y más agresividad por parte del varón que se niega a perder el poder, pudiendo llegar al femicidio en el peor de los casos.
Al decir de D.H. Lawrence las mujeres tienen voluntad doble: la de obedecerse, a fines de preservarse y la de obedecer al hombre, evidenciando en ésta actitud una abnegación que da cuenta de la estructura patriarcal que rige desde su historia personal.

En mi experiencia profesional con mujeres víctimas de violencia he podido observar que lleva cierto tiempo reconocer la problemática y el malestar interno, despojarse de creencias y estereotipos arraigados en la cultura y re aprender nuevas formas de vincularse en las que a partir de reconocer su dolor, vergüenza, culpa y cierta complicidad basada en el silencio y el miedo, puedan desnaturalizar los vínculos violentos y reforzar la identidad femenina desde otra perspectiva que incluya el amor propio, la dignidad y el rescate de valores y potencialidades.

Es una tarea ardua y compleja aunque posible si hombres y mujeres asumen el compromiso de cambiar desde el seno de la propia familia y desde la subjetividad personal los estereotipos arcaicos que tanto sufrimiento dolor y muerte han desencadenado a lo largo de nuestra historia.

De cada uno de nosotros depende poner un granito de arena, en aras de una vida sin violencia.


Adri Gorostordoy ( Junio de 2016)

sábado, 9 de abril de 2016

Moreno, un silencio que hace ruido



Conocí a Moreno cuando tenía 16 años, en un pueblo donde pasé mi infancia y mi adolescencia, era un chico de barrio, delgado y apuesto.
Tenía impetuosos 18 años.

Usaba pantalones bombilla que delineaban perfectamente sus delgadas piernas, tenía un sugestivo lunar en su rostro, que adornaba el borde de sus finos labios.
Conducía un Peugeot azul, desde el que me miraba sonriente, tímido, silencioso e inquisidor, cuando pasaba por la vereda de mi casa, la casa de mi pueblo, esa casa donde crecí, enfrente del ferrocarril, la que ya no es mi casa pero el pueblo, todavía sueño con los trenes que eran el corazón palpitante de aquel lugar querido.

Había nacido, según sus anécdotas, en algún lugar del sur de Argentina.
Relataba que había estado en más lugares de los que podría recordar.

Nos convocó el recuerdo de aquel pueblo tan añorado para mi, tan lleno de historia, de infancia, de risas, ese lugar que tanta tristeza y desazón le causó cuando fuimos a recorrerlo y que en cambio a mi, me sumerge en la emoción y en la nostalgia de los momentos mas bellos vividos, la infancia.

 Cuan diferentes pueden ser las miradas sobre un lugar, sobre un mismo hecho, según la vivencia que cada uno albergue.

 Su aire misterioso siempre lo caracterizó, aún luego de muchos años de un silencio profundo y desconcertante, en que lo volví a encontrar, así como así, como si fuera magia.
Supo contarme que su nombre no le gustaba, que cuando nació fue bautizado con el santoral que figuraba en el almanaque de ese día.
Siempre me resultó extraño que no hubiera un nombre pensado para ese niño por nacer, como si hubiera llegado de improviso, sin avisar, así como irrumpía en mi vida, atravesándola por completo.

De niño, según sus decires, solía esconderse en las cercanías de su casa hasta ser atrapado y regañado, y un poco más...
Tal vez Moreno jugaba a esconderse y ser encontrado, como suelen jugar los niños, lo cierto es que generaba inquietud, temor y era castigado, menudo costo pagaba cuando era hallado.

Siempre desde que me lo imagino, gustaba de jugar a las escondidas, a ser atrapado y a sentirse lastimado.

Vivía en una casa de barrio, su padre era un hombre dulce y bueno, aunque por su trabajo se alejaba por largos períodos, su madre según decía era de carácter firme y tal vez autoritario.

 Era un chico popular entre sus amigos y motivo de suspiros entre las chicas del pueblo, tal vez por su postura, elegante, arrogante y misteriosa o por su mirada pícara de ojos claros.
Miles de fantasías despertaba Moreno en mis cavilaciones adolescentes, sobre todo porque así como aparecía, volvía a desaparecer.
Creo que así vivió el resto de su vida, o al menos así lo imagino..

Cuando volví  a encontrar a Moreno entre los avatares de mi vida, despertó en mi las mismas emociones que entonces, aunque también los mas desoladores desconciertos.

En el tiempo transcurrido desde aquel encuentro, lo más constante fueron las alternancias en que "obsequiaba" su presencia.
 Nunca dejó de jugar a las escondidas, buscaba cualquier pretexto para desaparecer.

 Solo deseaba no ser importunado, le gustaba entrar a su " cajita de la nada", ignorando sin perderse detalle de todo lo que sucedía alrededor.

 Le gustaba leer, cuidar cada detalle de su casa, preparar minuciosamente su comida, le agradaba agasajar a sus invitados ocasionales, solía ser un buen anfitrión.
Su departamento tenía no uno, varios toques de sensualidad, en los cuadros, en los colores, en la vajilla, todo colocado en un perfecto orden, como si fueran de exposición.
 No tenía demasiadas posesiones materiales ya que fue despojándose poco a poco de ellas así como de las personas que queríamos quererlo.
Un excelente expositor de cosas y palabras bellas, dignas de admiración, flores, pinturas, velas, libros, que hacían de su morada un lugar exquisito.

La palabra no era su don, sobre todo si daba lugar a algún intercambio.

Decía que no quería discutir porque no sabía, solía ofuscarse fácilmente.
En verdad no quería hablar de "cosas importantes", tal vez no quería sentir o no podía.
Su expresión que más recuerdo en su mirada esquiva era de una ira congelada.
Tan contradictorio era Moreno.

Era un hombre sensible al dolor ajeno, tal vez no pudiera enfrentar su propio dolor.
Tal vez hacía crucigramas mentales tratando de descubrir quién sabe qué, supongo que algunas heridas lo tenían sumido en la frustración, la desconfianza y en su juego de descubrir posibles conspiraciones.

Su trabajo era su vida.
Su éxito profesional su más preciado logro personal y social.

Si bien se convirtió en un hombre de mirada severa, poco expresivo  y distante, a su lado se respiraba perfume de lavandas. En algunas ocasiones era encantador y lograba poner en palabras y expresiones los gritos de su alma.

Sus afectos mas cercanos supo mantenerlos a distancia pero muy cerca de su corazón, con una increíble capacidad de estar cerca en sus distancias con las personas que eran parte de su círculo íntimo.

Se mostraba seguro, afable y sólido con quienes compartía sus espacios de tiempo, demostraba apatía, indiferencia y hostilidad hacia los desconocidos.
Yo era una desconocida que a veces compartía sus espacios de tiempo.

 No se si Moreno aprendió a quererse a él mismo y a parte de su existencia, pero no permitía que nadie mas lo quisiera.
Siempre prefirió la soledad, los días grises y sus libros.

No sé que fue de Moreno.

Tal vez su escondite sea el único refugio y esté haciendo simetrías con sus manos, como a él le gustaba.
No volví a saber de él desde que alguna vez dijo:" mañana te llamo".
Nunca mas llamó.

Los dos sabíamos que no lo haría.
Era predecible, siempre sucedía de la misma manera.

Supe acostumbrarme a los vacíos y silencios que imponía.
No fue difícil aceptar la ausencia, la esperaba. 
Entendí que solo deseaba refugiarse en su mundo, en el que yo no cabía.

Moreno sigue siendo un misterio.

Tal vez porque nunca daba explicaciones, nunca, soberbiamente nunca.
Solo hablaba sin decir, tal vez sin pensar y sin sentir, tratando de que sus palabras no tuvieran significado, para poder cambiarlas a su antojo y sumirse luego en el silencio, un angustiante silencio desvitalizado y frío.

No sé aún si existió o solo lo inventé.

En qué lugar del  pasado habrá quedado su alegría?
En qué lugar del pasado la perdió?

Imagino que viajará por lugares inciertos buscando tiempos pasados, historias truncas, personajes que veía tras lo que miraba con sus ojos perdidos en añoranzas lejanas, a quien miraba cuando me miraba?

Moreno solo existió en aquellos sueños adolescentes, ciertamente nunca fue real, así de caprichosa puede ser la imaginación y dar vida a la fantasía, reinventando a aquel chico imaginado y desconocido con una presencia tan intensa y un vacío tan inexerorable , y es que en su ausencia omnipresente hasta puedo recordarlo, inventarlo, cuando en el duermevela de algunas noches de insomnio entrecortado se aparecen los recuerdos de su presencia y de su ausencia.

Pasaron muchos años, su recuerdo se desvanece, estoy olvidando su voz, sus ojos claros y el lunar en su boca de labios finos.
La verdad verdadera no existe, la fantasía crea tumultuosos enredos en la memoria sin memoria.
La palabra, mis palabras dieron vida  a la imaginación,  mi imaginación, crea realidades tan reales, así como los sueños que  abarrotan la inconciencia de deseos que afloran a la desconcertada duda sobre lo real y lo imaginario.
Y aunque intento percibir sus ojos vivaces e inquisidores y su insinuante mirada, no puedo imaginar ahora, mas que vacío y silencio.

"Y es que lo traumático no es siempre lo que hace ruido, sino lo que queda mudo", dice la psicoanalista Carmen Mallo.
" y desde el silencio hace ruido".






Adri Gorostordoy. Abril de 2016.

sábado, 17 de octubre de 2015

MALTRATADORES POR "DERECHO": De Victimarios a Víctimas

Para abordar este tema comenzaré haciendo referencia a la conceptualización sobre Violencia en la Pareja tan brillantemente expuesta por Janine Puget e Isidoro Berenstein, quienes la definen como "Un acto vincular cuyo objetivo es el deseo de matar, eliminar física o psíquicamente a otro sujeto, o matar el deseo en el otro, lo humano en el otro, transformándolo en un no sujeto al privarlo de todo posible instrumento de placer y por ende de existencia.
Solo impera el deseo de uno que se transforma en Soberano..."

Consideremos a la Víctima de violencia, como aquella persona que experimenta una agresión física o psíquica, que afecta su cuerpo y mente, vulnerando sus derechos y su vida cotidiana.
Contrariamente, el Victimario es aquel que ejerce por medios violentos una agresión, y somete en diferentes grados, vulnerando emocionalmente y físicamente a otro ser, llegando incluso a causarle la muerte.

Y es que a través de los estereotipos de género, construcciones históricas, sociales y culturales, se sustentan relaciones de poder en la que uno de los miembros se constituye en el Soberano.

Así se producen y reproducen situaciones de discriminación y subordinación basadas en premisas que promueven la creencia de que las designaciones que se han construido socialmente en cuanto al poder, libertad, derechos, soberanía, son biológicos, naturales y por tanto inmodificables.

Así, los hombres responden a una serie de valores aprendidos, instituidos, que determinan ciertos comportamientos que consideran " normales" y socialmente legítimos. 
Se sienten habilitados para denigrar y maltratar llegando a creer realmente que son ellos víctimas de la situación y que están siendo humillados si la mujer no acata sus deseos de poder y control.
De esta manera se victimizan y responden en consecuencia.

No consideran que sus demandas sean ilegítimas ni contemplan que no tienen derechos a limitar la libertad de su compañera.
Así, creen tener todo el derecho a imponer a su pareja la forma de vestir, de hablar, de comportarse, de actuar, de interaccionar.

Estos varones sienten que se les falta el respeto si la mujer no se somete a las reglas impuestas, las que además, tienen un apoyo social que es el caldo de cultivo para que siga ocurriendo ya que la misma sociedad los legitima a partir de una ancestral ideología sustentada históricamente en la familia, en las instituciones y en la " justicia" que supuestamente protege los derechos humanos...

Estos varones sienten que se atenta contra su propia identidad la cual está fuertemente asociada a tener el poder sobre el "sexo débil".
La violencia contra la Mujer, si de maltrato psicológico se trata, se avala en forma creciente culpabilizándolas, responsabilizándolas y revictimizándolas.

Cuando el hombre, que sustenta su identidad en este poder es reclamado a actuar diferente, recurre a distintos mecanismos para neutralizar la demanda femenina y así "afirmar sus derechos".
"No me presiones", "nunca te conformas", "quiero vivir en paz", "ya veremos", "ya hablaremos", " de eso no quiero hablar"," me maltratas", "estoy ocupado" e innumerables argumentos como el mal humor, la ira, el silencio( la ley del hielo) y hasta amenazas autolesivas, entre otros argumentos obtenidos de una amplia casuística.

 Son múltiples las estrategias de chantaje emocional utilizadas para "defender" sus derechos, esos que por supuesto, la mujer no tiene.

Es nuestra tarea seguir exigiendo a las instituciones políticas y sociales que tomen cartas en el asunto.
A las familias y a quienes son responsables de la educación, procurar concientizar en la equidad y en la igualdad de derechos.
A las mujeres que asuman sus derechos no naturalizando el maltrato.
A los hombres que asuman la responsabilidad que les compete y reflexionen, contribuyendo al logro de una sociedad mas justa y mas sana.

Adri Gorostordoy ( Octubre de 2015)

viernes, 31 de julio de 2015

ANCIANIDAD MALTRATADA: Sabiduría y Experiencia malograda



La vejez debería ser una suave y fresca llanura donde reposar plácidamente de las asperezas e inclemencias de la vida.

Debiera ser una etapa en la que disfrutar  los frutos de la siembra de amor, cuidados y sacrificios ofrecidos.

Pero...lamentablemente, no siempre es así.
Tanta experiencia de vida, sabiduría y entrega parecen ya no tener valor cuando "los viejos" empiezan a estorbar, ya no son tan rápidos, ya no son tan útiles, ya no sirven...
En una cultura en la que se rinde culto a la juventud, a la belleza, a la rapidez, a la "eficiencia", no queda lugar para ellos.

Sutil y progresivamente comienza el maltrato del que muchos de nuestros "viejos" sufre  por parte de quienes deberían cuidarlos, protegerlos, mimarlos, y tolerarlos.

Lo mas doloroso es que la agresión provenga de sus propios hijos y nietos en quienes confía, en quienes intenta apoyarse.

La violencia de la que son objeto no siempre es física, también es psicológica: maltrato verbal, indiferencia, descuido, intolerancia,abandono. 
Suelen ser tratados como objetos que no poseen necesidades, no tienen frío, no tienen deseos, no tienen derechos ni siquiera de disponer de sus bienes.

La violencia contra los ancianos es un fenómeno casi invisible, hasta que algún caso extremo aparece en la tele.
 No pueden expresarse porque son rechazados o  agredidos si lo hacen y son incapaces de denunciar este hecho ya que tienden a proteger a sus hijos a los que a su vez temen.

Al miedo y a la tristeza por tanto sufrimiento y desesperanza se le suma la limitación en sus movimientos quizás la dificultad para desplazarse, la visión limitada, el paso lento, los recuerdos borrosos y confusos,  el cansancio por la vida y claro...las ganas de morir.

Lamentablemente no hay leyes que los protejan y se usa la ley de Violencia Intrafamiliar.
Si bien no es posible hacer cambios profundos, es necesario que la sociedad se sensibilice: escuche, apoye, acompañe y no mire para otro lado cuando se percata de que esto sucede.

Es esperable que todos lleguemos a esa edad, que transitemos la misma etapa y es deseable que sea sin dolor, sin tristeza, con una buena calidad de vida que permita una buena salud física y mental.

Adriana Gorostordoy. Julio de 2015.

viernes, 8 de mayo de 2015

MANIPULADORES COTIDIANOS: Agresivos encubiertos y no tanto

En el transcurrir de la vida cotidiana nos topamos a diario con individuos en las que predomina una modalidad de conducta basada en la Manipulación, ejercida especialmente sobre personas significativas de su entorno socio-cultural y laboral.

Suelen ser agresivos encubiertos y en su gran mayoría tienen Personalidades Psicopáticas.
Entendemos a la Psicopatía como un trastorno de la personalidad, una forma de Ser Anormal.
 No constituye una enfermedad clínica, no es una enfermedad mental.

Estas personas pueden llevar aparentemente una vida normal en todos los ámbitos, poseen características deseables y atractivas como la seducción, la simpatía, el liderazgo pero constituyen una amenaza para la salud física y emocional.

Su objetivo es mantener el control y dominar en forma encubierta.
El propósito que persiguen es tener el poder sobre los demás, generando culpa y no haciéndose responsable de sus acciones, para lo cual utilizan un sin-número de estrategias.

La auto-victimización suele ser una táctica frecuente con la que logran convencer, dando pena y logrando que su víctima se conmueva y se someta a su voluntad.

La mentira y la negación de los hechos es otra estrategia con la que hábilmente logran convencer o al menos otorgar el beneficio de la duda.
Utilizan un lenguaje vago o indirecto cuando se los confronta, aparentando inocencia, son muy hábiles en mentir por omisión.

Critican, desvalorizan y juzgan a los demás pero no aceptan críticas u objeciones a su accionar para lo cual invocan razones aparentemente lógicas.

No tienen en cuenta los derechos, necesidades y deseos de los demás, no aceptan demandas, cambiando radicalmente de tema en el transcurso de una conversación que le resulte inconveniente.
No escuchan, no hablan de "eso".

Se justifican falseando los hechos y culpabilizando a los otros.
Hacen actuar a los demás, induciendo a hacer cosas que nadie haría por voluntad propia.
De esta manera generan sentimientos de culpa, aprovechándose de la vulnerabilidad de su pareja sobre quienes ejercen maltrato psicológico.

El Maltrato Psicológico se manifiesta como un largo proceso en donde la víctima naturaliza la violencia sobre ella ejercida,  no  dándose  cuenta como el agresor vulnera sus derechos, como le falta el respeto, la humilla, perdiendo poco a poco la autoestima y la seguridad en sí misma.

Seducen imitando y fingiendo sentimientos, alaban y se muestran encantadores, aparentando ser atentos y bondadosos mientras hacen sentir inadecuadas o indignas a sus intimidadas parejas.

Aíslan a su víctima de su entorno familiar y social, intentando convencer que nadie podrá quererlas como él (o ella).
Devalúan a su pareja proyectando su propia hostilidad sobre ella, generando en no pocas ocasiones miedo, ansiedad, bloqueos y somatizaciones.

Aunque su discurso parece lógico, sus actitudes responden a lo opuesto.
Se caracterizan por una gran incongruencia en la conducta, sus palabras no concuerdan con sus actos, suelen realizar promesas que nunca cumplirán y manifestar sentimientos que en realidad no sienten.

Desde el principio de la relación muestran un exagerado sentido de posesión, generando malestar y desconcierto.
Estas personas tienen una habilidad muy desarrollada para ocultarse detrás de una máscara aparentando ser quienes no son ni serán, no les interesa ni desean aprender a ser diferentes.

Es muy importante no confundir un comportamiento manipulador ocasional o pasajero, de una Personalidad Manipuladora.

Debemos alejarnos en el momento de advertir los primeros indicios de maltrato de un manipulador.
Es muy fácil caer en la telaraña de ellos.

Adri Gorostordoy  ( Mayo de 2015)







domingo, 22 de febrero de 2015

LA DECEPCIÓN: DOLOR Y APRENDIZAJE

La Decepción...esa tremenda sensación que nos hace sentir vacíos, carentes de valor, despreciados, humillados y nos sucumbe en una inmensa tristeza.
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     Llamamos decepción a una desagradable sensación que surge cuando no hay  correspondencia a las expectativas que generamos sobre otras personas y lo más doloroso es que éstas, seguramente las forjamos en aquellos seres que más amamos, valoramos y/ o idealizamos.

No se puede vivir sin deseos, porque los deseos están cargados de ilusiones y promesas y como decía Spinoza en su Ética: "El deseo es la esencia misma del hombre".
 Desear implica cierto estado de carencia y el anhelo de alcanzarlo, pero cuando nuestros deseos dependen de otros, puede suceder que no se corresponda con la realidad.

La realidad es ni más ni menos que la verdad de cada uno, el propio deseo, la aspiración propia, el sueño por realizar, el objetivo hacia donde se desea llegar.

 Esto nos lleva a tratar de entender que cada uno tiene libertad para elegir y tal vez debamos reconocer que lo que los otros hagan no es necesariamente para contrariarnos, simplemente cada uno hace lo que puede, de acuerdo con su realidad, sus propios deseos, no siempre compatibles con los nuestros, sus límites y su propia libertad.

Las desilusiones duelen porque desarman nuestros sueños, aunque nos pueden proporcionar un gran aprendizaje.

Duele sí, pero cada decepción puede generar nuevas ilusiones y renovados recursos, más realistas y equilibrados.

Aprender a renunciar es un doloroso trabajo pero también implica la posibilidad de nuevas opciones.

Las heridas emocionales no deberían ser un impedimento para alcanzar nuestros sueños, ya que quedarnos en lo que no fue ni será, implica un desgaste emocional enorme y una pérdida del equilibrio psico-físico que nos desencadena además, síntomas difíciles de superar.

Insistir y obsesionarse en un imposible nos lleva necesariamente a enfermar.

Y es que muchas veces nos equivocamos y nos apegamos a ciertas personas que no sumaran nada a nuestra vida, sino que, por el contrario nos harán  daño.
No pocas veces la palabra y la opinión de los demás logran mas fuerza que la propia, dándole un valor y un poder inmerecido, estimando el valor ajeno por sobre el propio, llegando a generar falsas creencias sobre nuestros propios méritos y capacidades.

La capacidad de darnos nuestro propio valor es intrínseca de cada ser humano y se llama Dignidad.

Y así podemos transcurrir de decepción en decepción si no logramos comprender que quizás, esas personas  no son merecedoras de tal estima, sino, del propio deseo puesto en la figura de otro.

El "te lo dije" más doloroso es el que nos decimos a nosotros mismos.

Si no logramos capitalizar la experiencia dolorosa para enriquecernos, para crecer, caeremos inevitablemente en la  desesperanza, la auto-decepción,la pérdida de la autoestima y de nuestro equilibrio físico y emocional.
Comenzar un proceso de desapego conlleva enfrentarse a un duelo (que "duele") pero es el único recurso viable para reconstruir la esperanza perdida y lograr la anhelada paz, buscando dentro nuestro el valor perdido que el "vacío" nos dejó.

Adri Gorostordoy.( Re-editado mayo 2015)

sábado, 7 de febrero de 2015

DEPENDENCIA EMOCIONAL: UNA FORMA DE ADICCIÓN

La dependencia emocional es una adicción hacia otra persona y como tal, genera una necesidad que puede llevar a renunciar a la propia libertad y lo que es peor, a la identidad, puesto que la adicción por otra persona lleva a dejar de ser uno mismo por ser como se supone que al otro le gustaría.
La propia vida, gustos, deseos, intereses personales, y hasta la propia imagen gira en torno a agradar a esa persona.
En aras de ese deseo muchas personas pierden hasta su propia dignidad ya que entregan el poder absoluto a su pareja en su pretensión de gratificarla y lograr el amor y la valoración que obviamente no se tienen a si mismas.
Cómo alguien, cómo la pareja podría otorgar el valor que ya por naturaleza a cada persona le es dado?
Claro está que la falta de amor propio no puede enamorar a nadie, aunque si facilita la apropiación del otro para sostener el poder. 
Que poder? 
El que las personas adictas emocionales ofrecen a sus parejas de adueñarse de sus vidas a cambio de cierta falsa felicidad que finalmente lleva a derramar muchas lágrimas.
Suelen ser relaciones con rupturas reiteradas y con hondo dramatismo, abandonos mutuos y reconciliaciones prometedoras de cambios que seguramente nunca sucederán.
En ocasiones la persona dependiente comienza idealizando a su pareja y menospreciándose a si misma con la falsa idea de que quién podría quererla o desearla tanto como él y es que el valor propio está puesto en el valor que el otro le dé.
Hasta que llega el momento en que a la persona dependiente ya no le gusta en realidad como es el otro y como es tratada pero queda sumergida en una constante lucha de la que es muy difícil salir.
Queda atrapada en el temor al fracaso y en una penosa obstinación por continuar intentándolo, aun sabiendo que así no se puede seguir, vuelven a intentarlo.
En ocasiones estas relaciones están signadas por el maltrato físico o emocional y claro está, por el auto-maltrato y auto-desvalorización.
Romper con una relación es muy doloroso al reconocer que las propias ilusiones y proyectos no se han logrado.
 Puede resultar injusto pensar que se invirtió tanto para nada. 
Es preciso enfrentarse con el dolor, la angustia y la confusión que genera la ruptura para dar lugar a la posterior sensación de soledad, tristeza, rencor y hasta culpa por no haberlo logrado.
Es fundamental tomar conciencia de la realidad y aceptar que no funciona, que aporta más dolor que gratificación.
Si se logra analizar la trayectoria de la relación y constatar cuanto se ganó y cuanto se perdió, tal vez se logre afrontar la situación.
Es preciso contar con ayuda profesional y con la contención de amigos y familiares  que posibiliten una evaluación objetiva que contribuya a enfrentar el desenlace.
La persona dependiente emocional, repetirá este patrón de conducta en futuras relaciones si no recibe ayuda psicológica y la contención de su entorno.

Es preciso aprender a encontrarse en soledad con uno mismo y resolver las causas que llevan a establecer este tipo de relaciones tan tormentosas.
Darse tiempo a la reflexión y al encuentro con uno mismo ayuda a reconectar con la propia esencia, con el propio ser.

Para pensar un poco sobre esto, les dejo un precioso fragmento de Mario Benedetti.
Chau número tres.

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol y tus amaneceres
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles 
segura sin seguro 
Te dejo frente al mar descifrándote sola 
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
Te dejo sin mis dudas 
pobres y mal heridas
sin mis inmadureces 
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas 
a pie juntillas todo
no creas,nunca creas
este falso abandono
Estaré donde menos lo esperes...
Estaré en un lejano horizonte sin horas
en la huella del tacto en tu sombra y mi sombra...


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Adri Gorostordoy. (Febrero de 2015)