domingo, 22 de febrero de 2015

LA DECEPCIÓN: DOLOR Y APRENDIZAJE

La Decepción...esa tremenda sensación que nos hace sentir vacíos, carentes de valor, despreciados, humillados y nos sucumbe en una inmensa tristeza.
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     Llamamos decepción a una desagradable sensación que surge cuando no hay  correspondencia a las expectativas que generamos sobre otras personas y lo más doloroso es que éstas, seguramente las forjamos en aquellos seres que más amamos, valoramos y/ o idealizamos.

No se puede vivir sin deseos, porque los deseos están cargados de ilusiones y promesas y como decía Spinoza en su Ética: "El deseo es la esencia misma del hombre".
 Desear implica cierto estado de carencia y el anhelo de alcanzarlo, pero cuando nuestros deseos dependen de otros, puede suceder que no se corresponda con la realidad.

La realidad es ni más ni menos que la verdad de cada uno, el propio deseo, la aspiración propia, el sueño por realizar, el objetivo hacia donde se desea llegar.

 Esto nos lleva a tratar de entender que cada uno tiene libertad para elegir y tal vez debamos reconocer que lo que los otros hagan no es necesariamente para contrariarnos, simplemente cada uno hace lo que puede, de acuerdo con su realidad, sus propios deseos, no siempre compatibles con los nuestros, sus límites y su propia libertad.

Las desilusiones duelen porque desarman nuestros sueños, aunque nos pueden proporcionar un gran aprendizaje.

Duele sí, pero cada decepción puede generar nuevas ilusiones y renovados recursos, más realistas y equilibrados.

Aprender a renunciar es un doloroso trabajo pero también implica la posibilidad de nuevas opciones.

Las heridas emocionales no deberían ser un impedimento para alcanzar nuestros sueños, ya que quedarnos en lo que no fue ni será, implica un desgaste emocional enorme y una pérdida del equilibrio psico-físico que nos desencadena además, síntomas difíciles de superar.

Insistir y obsesionarse en un imposible nos lleva necesariamente a enfermar.

Y es que muchas veces nos equivocamos y nos apegamos a ciertas personas que no sumaran nada a nuestra vida, sino que, por el contrario nos harán  daño.
No pocas veces la palabra y la opinión de los demás logran mas fuerza que la propia, dándole un valor y un poder inmerecido, estimando el valor ajeno por sobre el propio, llegando a generar falsas creencias sobre nuestros propios méritos y capacidades.

La capacidad de darnos nuestro propio valor es intrínseca de cada ser humano y se llama Dignidad.

Y así podemos transcurrir de decepción en decepción si no logramos comprender que quizás, esas personas  no son merecedoras de tal estima, sino, del propio deseo puesto en la figura de otro.

El "te lo dije" más doloroso es el que nos decimos a nosotros mismos.

Si no logramos capitalizar la experiencia dolorosa para enriquecernos, para crecer, caeremos inevitablemente en la  desesperanza, la auto-decepción,la pérdida de la autoestima y de nuestro equilibrio físico y emocional.
Comenzar un proceso de desapego conlleva enfrentarse a un duelo (que "duele") pero es el único recurso viable para reconstruir la esperanza perdida y lograr la anhelada paz, buscando dentro nuestro el valor perdido que el "vacío" nos dejó.

Adri Gorostordoy.( Re-editado mayo 2015)

1 comentario:

  1. " Perdóname por ver colores en un cielo gris...Por crearme esta falsa historia de amor...Me dabas señales pero no las veía..." ( Ha- ASH) "Bellísimo y elocuente.

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